La última semana del mes de noviembre estuve en Oviedo impartiendo un curso para profesionales de bibliotecas y archivos del Principado de Asturias. El encargo partió del Instituto Asturiano de Administración Pública Alfonso Posadas. La asistencia total rondó las veinte personas y el grado de interés era muy alto.
El curso fue intenso, pues el temario era amplio y la duración total de solo 10 horas. Este tipo de cursos concentrados son buenos porque permiten transmitir los aspectos fundamentales del tema tratado (la content curation, en nuestro caso) y un buen elenco de herramientas y técnicas para poder empezar enseguida a desarrollar un proyecto integral. Al mismo tiempo, mi experiencia es que muchos de los participantes se quedan con ganas de más. No es nada infrecuente ver en las encuestas de satisfacción comentarios sobre la necesidad de poder continuar con otras formaciones que permitan seguir profundizando en grupos de herramientas concretas o en partes del proceso.
Después de una introducción y de un breve viaje alrededor del sistema de las 4Ss de la content curation, cada uno de los participantes eligió un tema de trabajo y puso los cimientos del diseño de su proceso de curation. Después empezaron a trabajar directamente en cada una de las fases y estuvimos poniendo en común los problemas que iban surgiendo, los consejos para trabajar lo mejor posible con el menor esfuerzo posible, las necesidades nuevas que iban surgiendo a medida que se iban superando las primeras dificultades. Aprender haciendo.
Un curso de estas características sirve para ponerse en marcha, no para terminar un proyecto (de hecho, un proyecto de content curation suele estar pensado tener continuidad a largo plazo). Pese a ello, permite empezar a ver resultados concretos y visualizar lo que es posible hacer. A menudo vemos a personas maravilladas ante productos informativos de calidad hechos por ellas mismas (usando herramientas que pocas horas antes ni conocían y que no se creían capaces de poder usar). Es gratificante.